Llevaba años
escribiendo poemas, y guardándoles como si de secretos se tratara ocultos en un
gran cofre. El cofre de las palabras, decía él. Nunca antes se los había leído
a nadie así que en cada poema volcaba todo mi sentir, todos mis deseos.
Pero entonces llegó él
y lo hizo con tanta fuerza que fue como si un huracán me hubiera recorrido por
completo. Y ya no pude seguir ocultándolos, ocultándome. Todo, quería leerlo
todo.
Esperé a que hubiera
luna llena, me subí a la montaña más alta, atenta, expectante, era la noche del
vendaval, los ancestros lo habían anunciado, abrí el cofre y fui viendo como
una a una todas las palabras se las llevaba el viento.
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